Caso Jaime. Archivos comysec 01
Era un año difícil para el país; tanto económico como político y estábamos en el colegio realizando proyectos para la feria de tecnología donde se desarrollan otros temas y propuse presentar una recopilación de experiencias de testigos de mitos colombianos. Don Jaime, el padre de uno de mis compañeros del colegio aceptó una entrevista en la cual me permitiría grabarlo y tomarle algunas fotos. Su historia trascurre en su niñez. Soy el menor de una familia de ocho hombres y cuatro mujeres, de familia campesina. – inicio a contarme- Teníamos tareas variadas en la finca desde el cuidado de las plantas y los animales que nos alimentan hasta el cuidado de las cercas y herramientas. Nuestra tierra era extensa y recorríamos varias hectáreas para completar nuestro trabajo. Una tarde nos alcanzó la noche luego de recoger madera para la cocina y mi hermano José tomo la decisión de que nos quedáramos en la casa en que se guarda los alimentos para los animales. Esa noche no había luna y a mis ocho años la oscuridad era terrible porque mi mente veía figuras extrañas en todas partes. Durante el camino empezamos a escuchar cosas que se movían entre los árboles y no podía ser algún tipo de mico porque de esos animales no había por la zona. Recuerdo con espanto ver sombras negras como pájaros gigantes saltando entre las ramas. Mi hermano llevaba en su mano una lampara de gasolina Coleman y mientras lo seguía veíamos como las sombras bailaban a cada movimiento de la linterna. Llegamos a la casita hecha de bareque con tejas de zinc y como pudimos no acomodamos a dormir en medio de sacos de granos y bultos de diversas sustancias. Mientras hablábamos escuchamos innumerables aleteos y rasguños de pájaros en el techo, que me aterraba y si no fuera porque estaba agotado a lo mejor la noche hubiera sido una tortura; pero dormí perfectamente y al amanecer apenas si entraba unos rayos microscópicos de luz por agujeros de la pared y uno me ataco un ojo obligándome a ponerme de pie y muy inquieto le pedí a mi hermano que mirara que había afuera. El burlándose de mí me llevó de la mano para mirar desde lejos la casa para descubrir a una comunidad de gallinas acomodadas durmiendo unas juntas a las otras en el techo. Autor Luis Fernando Urrea Beltrán Gracias por leer, opinar y compartir
