La idea de que un ser superior tiene el poder total sobre nuestras vidas se establece en mi realidad desde niño, recuerdo que este ser todo poderoso presente en mi familia y en la comunidad mediante oraciones y los ritos. 

En la medida en vamos enfrentándonos a la vida, descubrimos que la idea de Dios depende de la época en que estamos viviendo y a su vez de las costumbres con las que tenemos que afrontar la cotidianidad.  

La ciencia establece que el dios o los dioses son la primera forma en que nuestras sociedades logran explicar el mundo y sus reglas. 

La idea de Dios es tan importante que son irrefutables sus decisiones y es así que los patriarcas y chamanes recibieron directamente del ser superior o sus mensajeros las ordenes que llevaron a miles de personas a afrontar el mundo de una u otra manera. 

Los libros de historia nos muestran como muchos de nuestro lideres en la historia se auto proclaman dioses o descendiente de los creadores, con lo que poseen la autoridad sobre la vida de los mortales. 

Lo que podemos intuir es que los dogmas son la inspiración de las escuelas de pensamiento hasta que ellos mismos llegan a chocarse entre ellos en forma de corrientes del pensamiento o partidos políticos. 

Los libros nos enseñan que la democracia es un descubrimiento de occidente en manos de los griegos (aunque en el pasado era un privilegio de eruditos y gentiles) y que Dios nos brinda en su reino el poder de decisión sobre nuestra vida (aunque de esto no encuentro nada en la biblia).  En la actualidad contamos con estos derechos como inalienables a tal punto que no permitimos que las religiones o filosofías más restrictivas cambien nuestra forma de vida en la que tenemos la libertad hasta de escoger nuestros amos. 

Las dictaduras humanas son el resultado del libre albedrio de quienes escogen ser dominados por una elite que le obedece ilimitadamente a un solo ser humano. Aunque el comunismo es un sistema dictatorial donde de facto los individuos pierden el derecho de no estar de acuerdo con el sistema, son cubiertos con derechos y obligaciones sistemáticos; en donde se implanta el orden. 

Me encanta la utópica idea estar protegido por Dios mientras que enfrento la vida a mi muy particular manera y que la sociedad que me acobija tenga esa misma concepción en la que a medida que no afecte los derechos de los demás miembros de la sociedad, se respete mi libre albedrio.   

En este texto que fácilmente puede llegar a ser un libro o un tratado de teología y política solo pretendo plasmar mi inquietud respecto a la complejidad del mundo que obliga a muchas personas a abandonar su derecho inalienable de no estar de acuerdo con los que tienen el poder. 

No me gusta el comunismo y menos el actual régimen chino que parecía ser un faro en medio del caos del mundo por su orden y camino claro; pero lo que hace es llenarnos de temor al amenazarnos de perder todo lo recorrido por occidente en la vía del respeto de la rica diversidad humana. 

La paradoja del comunismo tradicional es que es ateo pero que se comporta como la iglesia más grande y agresiva que ahora se la pasa comprando adeptos y amenaza al mundo con nuevas guerras porque dentro de sus preceptos estimulan la idea de que la democracia es un error. 

Hay quienes piensan que Dios, el que va a venir, es un dictador y un protector. Muchos ruegan por su llegada porque esperan que no tengamos que trabajar o morir. 

Los que lo esperan sembrando miedo en la tierra, ruegan que llegue con un látigo y expulse de los altares a los mercaderes. 

También estamos los que pensamos que Dios nunca se fue, que nos acompaña en la buenas y en las malas decisiones. Que siempre no abriga con su justicia; que es la misma que proveemos a nuestros semejantes. Algunos pensamos que no somos independientes del universo y Dios nos ve así. 

Gracias por leer, opinar y compartir.

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