El reloj del fin del mundo nos avisa que estamos a unos segundos una guerra que acabará con la humanidad. Damos todo por hecho y creemos que nuestras comodidades en las ciudades permanecerán en el tiempo, pero algunas personas no podemos dejar de preguntarnos ¿qué pasaría si no llegara el agua? ¿qué sucedería si no tuviéramos electricidad por varios días? Desde una pandemia hasta un asteroide pueden causar un reinicio de la civilización.
En España se presentó un apagón el 28 de abril del 2025 y por 11 horas y se demostró que nuestra vida es muy frágil. Entonces algunos caemos en cuenta sobre los limites en la capacidad de las ciudades en producir los recursos. Además, que cada día tienen más población. También se hace vigente el temor a las consecuencias de un enfrentamiento bélico con otros países que atacarían principalmente las infraestructuras de energía, alimentos y agua
El preparacionismo es un movimiento global de individuos que se anticipan a catástrofes potenciales —desde guerras nucleares hasta pandemias o colapsos económicos— mediante el almacenamiento de recursos y la construcción de refugios. Su origen moderno se remonta a la Guerra Fría, cuando el temor a un conflicto nuclear llevó a muchas familias en Estados Unidos y Europa a edificar bunkers subterráneos.
Con el paso del tiempo, la cultura popular, especialmente el cine apocalíptico y las películas de zombis, reforzó esta mentalidad. Films como 28 días después o Soy leyenda popularizaron la idea de un mundo postcolapso, incentivando a muchos a prepararse para lo improbable. Estas películas fomentaron la paranoia, pero también despertó una reflexión válida: ¿qué tan preparada está la humanidad ante un reinicio de la civilización?
La posibilidad de un colapso global, aunque improbable en el corto plazo, no es descartable. El cambio climático, los riesgos biotecnológicos y las tensiones geopolíticas generan escenarios que antes parecían exclusivos de la ficción. En este contexto, la preparación deja de ser una extravagancia para convertirse en una estrategia preventiva.
Curiosamente, la tecnología espacial ha ofrecido avances clave para este movimiento. La NASA ha desarrollado sistemas de cultivo hidropónico, purificación de agua y reciclaje de aire para misiones prolongadas. Estas innovaciones se están adaptando a la supervivencia terrestre, permitiendo crear ecosistemas autosostenibles en bunkers o zonas remotas.
Así, el preparacionismo oscila entre la paranoia y la innovación. No se trata solo de temer al fin del mundo, sino de aprender a vivir con resiliencia en un planeta cada vez más incierto. Quizás, en la frontera entre la ciencia y la ficción, se esté gestando el nuevo manual de supervivencia humana.