Tenemos la idea de que tener un carro o una moto nos puede dar comodidad al evitar el trasporte público o tener mayor flexibilidad para los desplazamientos y tener libertad
También hay quienes compran un vehículo por necesidad, para transportar a su familia, realizar mudanzas o llevar a cabo su trabajo. En algunos casos, el vehículo puede ser un símbolo de estatus o una forma de inversión.
En una ciudad como Bogotá el lento tráfico vehicular puede motivar la decisión de no tener un vehículo propio. Entre otras razones los compromisos legales y económicos requieren atención. La persecución legal por parte de la policía, seguramente con las mejores intenciones, llena diariamente las arcas locales por medio de las multas de tránsito y satura diariamente los patios de tránsito. Actualmente, en Colombia existe un aproximado de 100 mil vehículos abandonados por diversos motivos, pero es claro que uno de los principales es la incapacidad del propietario para pagar la multa y los costros de grúa y almacenamiento.
Es triste ver montañas de motos acumuladas en los patios de tránsito. Teniendo en cuenta que los motivos para la retención de una moto están prácticamente en criterio de un policía por la ambigüedad de la ley.
Muchas personas en Colombia, prácticamente la juventud. Ve en la motocicleta una posibilidad laboral, pero la estricta persecución que puede ejercer un agente de tránsito; que tiene como motivos desde una calcomanía o un bombillo fundido para inmovilizar un vehículo.
Las alternativas de movilidad son cada vez más variadas; desde la básica practica de caminar, el transporte en bicicleta y están la patinetas y patines eléctricos. El transporte público tiende a mejorar y las empresas privadas cada vez más innovan con nuevas alternativas de movilidad.
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