La oración tiene tres funciones: la primera es el perdón, la segunda es agradecer y la ultima es el pedir.

Tengo la costumbre de todas las noches darle las gracias a Dios por lo que he recibido, por la oportunidades que me brinda y por esas lindas personas que me rodean. Le doy las gracias desde hace mucho, desde pequeño.

Antes le pedía al terminar la oración del ángel de la guarda, y es algo que era rutinario. Siempre inicio con una lista que está encabezada por mis parientes mas cercanos.

Dejé de pedir porque muchas personas aseguraron que era una vergüenza solo buscar a Dios cuando lo necesitamos y que deberíamos buscarlo todo el tiempo para agradecerle. Entonces deje de pedir.

Pero luego encontré en un libro que dice que Dios es como todo buen padre y que ninguno se niega a atender a su prole. Los buenos padres son felices concediéndoles deseos a sus hijos.

Volví a pedir por mi familia y amigos. También pedía para mi y me encontré que pedir a Dios mucha veces puede ser un conflicto en nuestras mentes.

Era muy niño cuando leí la aventura de Aladdín y me impactó las reglas, sobre los deseos, que se presentaron en la versión de cine. Por ejemplo que no se podía revivir a nadie y que no se puede obligar a que alguien se enamore de ti. Esta información me obligó a meditar si existe algún protocolo para pedirle Dios.

Hace unos años lanzaron una película en la cual mostraban a un candidato a concejal al cual se le presenta Dios con la misión de construir un arca.

Al personaje le toca enfrascarse en una ridícula tarea de seguir los pasos de Noé por lo que su familia, su esposa, decide dejarlo. En el momento en que ya estaban alejándose en un restaurante del camino se le aparece Dios como un anciano bonachón y ella le consulta el porqué Dios le estaba haciendo eso a ellos. El anciano le contesto.

“-imagínate que un día tu le pides a Dios unión familiar y se les presentan varios problemas ¿no es en esta clase de retos en que deben estar juntos y afrontar la vida?”

Gracias a varias experiencias en estos años aprendí que Dios nos escucha y nos concede nuestros pedidos casi sin excluir nada.

Siento que mi padre creador está escuchándome y ahora comprendo que muchas de las formas en que me concede mis pedidos no son como yo quiero (o me imagino) sino como más me conviene, de una manera en la cual debo participar con lo que pido. El ejemplo más practico es la historia del que le pide a Dios ganarse la lotería, entonces para lograrlo mínimo debe comprarla.

Otro caso de ejemplo puede ser es que le pidas a Dios ser independiente lo más seguro es que poco a poco o de manera traumática perderás contacto con tus apegos y tendrás que salir de tu zona de confort a las buenas o a las malas.

Además con cada pedido hecho a Dios podremos tener la oportunidad de comprender nuestro papel en la vida para uno mismo y los demás.

Autor: Luis Fernando Urrea Beltrán