La primera película de Parque Jurásico nos presentó al doctor Ian Marcon, el matemático invitado por John Hammond; quien es el millonario empecinado en volver a la vida a los extintos animales. 

El Doctor Ian tiene la misión de avalar desde su profesión la existencia del parque y es una sorpresa que él sea el primero en ver el peligro. Su argumento en una palabra es: “la vida encuentra el camino”, en cuanto a que el científico encargado de dar vida a las criaturas aseguraba a que no podrían reproducirse porque solo recrearon hembras; podemos ver como encuentran huevos de los dinosaurios regados por la isla. 

El Doctor Ian es experto en la teoría de caos, una escuela que destruye la idea de la perpetuidad de los sistemas. Todo esto surge a mediados del siglo XX donde el meteorólogo y matemático Edward Lorenz corría unas predicciones climáticas en un computador y después de cierto número de siclos los resultados en las gráficas son impredecibles. 

El sentido común nos brinda un poco de este llamado “determinismo” en cuanto que mientras más conocemos un ciclo natural optamos por creer que este prevalecerá en el tiempo, ejemplo las estaciones de la luna.  Lo que trajo un gran problema a la física clásica que se basa en las leyes de Newton por las cuales se predica que “si se conocen las condiciones iniciales se podrá predecir con relativa facilidad su comportamiento en el futuro”. 

Supongo que a partir de este momento en la lectura ya está más que claro que en nuestra vida cotidiana el determinismo de Newton no es algo lejano, que, aunque los eventos cíclicos nos perecieran imperturbables y se mantienen en el tiempo; realmente no es así. 

La teoría del caos viene a ser, desde mi punto de vista, un argumento más para explicar la evolución de la vida. Es más, es la razón de que apareciera. Y a futuro nos plantea la comprensión de drásticos cambios desde el comportamiento de nuestras células hasta el funcionamiento de los planetas alrededor del sol en el trascurso de los eones decaerán o chocarán entre ellos mientras el astro rey iniciara su tarea de devorar lo que lo rodeé. 

Autor Fernando Urrea